Queridos amigos,
Con gran gozo los saludo en este último Domingo antes de la gran fiesta de la Natividad, el nacimiento de Jesús en la Navidad. En estos días hemos estado esperando ansiosamente su nacimiento y por fin ha llegado. Se pondrán todas las decoraciones y la iglesia estará lista este Martes para celebrar ese maravilloso día.
En este tiempo yo siempre reflexiono sobre el gran regalo que se nos ha dado, Emmanuel, Dios con nosotros. Cada año, mi fe se renueva y profundiza al celebrar lo que sucedió hace unos 2000 años en un pesebre en Belén. ¡Qué maravilloso es el impacto que esta persona, Jesús, ha tenido en el mundo. Tomando el tiempo para meditar sobre este hecho, se profundiza nuestra creencia de que Él es verdaderamente el Hijo de Dios y al mismo tiempo totalmente humano, nacido de una virgen en el tiempo. Su vida nos señala el sentido de nuestra vida. Si lo seguimos, vamos a estar donde Él está. Él nos dijo que Él ha preparado un lugar para nosotros (Juan 14). En estos días nos toca a nosotros preparar un lugar para Él. Con nuestros corazones abiertos, Él nos mostrará más y más lo que somos, creados a su imagen y semejanza. Él nos revelará el infinito amor que le hizo nacer en la pobreza de un establo rodeado de animales y del amor de sus padres. Él nos ayudará a escuchar las voces de los ángeles cantando Gloria in Excelsis Deo, ¡Gloria a Dios en las alturas! Todo esto, visto contra el duro telón de fondo del mundo en el que nació, nos ayuda a comprender cada vez más el gran regalo que Dios nos ha dado, sobre todo cuando experimentamos las duras condiciones de nuestro mundo y buscamos refugio en Él.
No dejen pasar esta oportunidad. Dense tiempo en estos días para adorar a Jesús en el pesebre, tal vez en la iglesia, tal vez en casa. Tómense el tiempo para contemplar este gran misterio y el tierno amor que Dios tiene para nosotros. Podemos andar fácilmente de un lado para el otro y, con toda la actividad y el ajetreo de la temporada, pasar derechito sin darnos casi cuenta de la Navidad al Año Nuevo. Dejen que la bendición del nacimiento penetre en ustedes, en el silencio. Cuanto más tiempo pasen con Él, más van a llegar a conocerlo. Doy gracias a Dios por la oportunidad de ser su sacerdote y de servirles. Hago oración todos los días por todos ustedes y sus familias. Les deseo a todos una Feliz Navidad.