Queridos amigos,
Otra maravillosa semana ha pasado. Hemos empezado a tener misa en San Andrés todos los días y la gente se está acostumbrando a ella. Fue grandioso tener una vez más la Misa del Miércoles por la tarde antes de las clases de Catecismo con los niños y sus familias. Pido a Dios que esa misa siga creciendo y que nuestras familias se beneficien de esta Misa vespertina en medio de la semana.
Mientras estábamos en peregrinación en Francia, después de visitar París fuimos a Lisieux. Lisieux es un pequeño pueblo de Normandía, donde creció Santa Teresita del Niño Jesús. Ella vivía en una hermosa casa con sus padres y sus cuatro hermanas. Ella era la más joven de la familia y, como tal, era muy sensible. Esto se debió en parte a la muerte de su madre a la temprana edad de 4 años. Sin embargo, ella de por si tenía un alma sensible y desde una edad temprana Teresa quería entregarse a Dios; ella escribió que "desde la edad de tres años, empecé a no negarme a nada de lo que Dios me pedía". En la casa de Lisieux creció en esta gracia, animada por su familia. A la edad de 14 Teresita había oído hablar de un asesino no arrepentido, Henri Pranzini, ya que su historia fue publicada en los periódicos. Ella decidió orar sin cesar por su conversión y confió en que Dios escucharía su oración. Él no mostró signos de arrepentimiento durante el juicio y fue hasta que su cabeza fue colocada en la guillotina que pidió el crucifijo y lo besó tres veces. Santa Teresita tomó esto como señal de que Dios había escuchado su oración por la conversión de este endurecido criminal y ella continuó orando por su alma después de que él murió.
Con gran confianza Santa Teresita confió en que Dios escuchó su oración. Esto fue alentado en su casa por su familia primeramente y luego fomentado por su amistad personal con Cristo en Su Iglesia a medida que crecía. Todas sus hermanas entraron a la vida religiosa. Ella y tres de sus hermanas entraron en el Carmelo de Lisieux. Sus padres fueron beatificados juntos en 2008 (el último paso antes de la canonización como Santos) como un testimonio de su santidad como una pareja casada que criaron tan hermosos hijos en la fe católica. Son un ejemplo maravilloso para nuestras familias y grandes santos patronos para los padres que tratan de crecer en su vocación y criar hijos santos. En el Sínodo actual sobre la familia en Roma, ya que los obispos se reunieron para discutir la centralidad de la familia en la sociedad, las reliquias de los Beatos Luis y Celia Martin están presentes con ellos, ayudando a los obispos con sus oraciones para iluminar sus discusiones.
Todo esto viene a mí a la luz de la actual noticia que usted tal vez haya visto, sobre la joven mujer que ha decidido quitarse la vida el próximo 1o de Noviembre porque ella fue diagnosticada con un tumor cerebral. Los médicos le han dicho qué esperar y ella ha elegido decidir cuándo y cómo va a morir. Tras el diagnóstico, ella y su familia se mudaron a Oregón, ya que el suicidio médicamente asistido es legal allí (igual que en Washington). Este puede ser el primer caso en recibir tanta publicidad desde que se ha aplicado esta ley. Ella aboga por que más estados aprueben leyes similares que permitan a las personas elegir el suicidio médicamente asistido (o muerte con dignidad, como algunos le llaman). Yo estaba intrigado por las respuestas a esta noticia de moda en Facebook. Muchos simpatizan con ella. Otros cruelmente dicen que ella no tiene fe. Ella puede tener fe, pero su fe no ha sido formada por Cristo que escogió sufrir la muerte más horrible por nuestra salvación. Cuando Él estaba en esa angustiosa oración en el Huerto de Getsemaní, pidió a su padre si era posible que no bebiera de esa copa, pero también le dijo: "No se haga mi voluntad, sino la tuya". Junto con Santa Teresita, les ruego a ustedes que oren por la conversión de esta joven. Ella misma dijo: "No hay una célula de mi cuerpo que sea suicida o que quiera morir". Hay una gran contradicción entre esta declaración y lo que ella se propone hacer. Oren para que ella pueda darse cuenta de lo que ella se está preparando para hacer. Oren también para que a través de esta experiencia muchas personas se den cuenta de lo preciosa que es la vida. Voy a compartir más con ustedes en la semana próxima y organizaré una Hora Santa para rezar por ella y por la conversión de nuestra cultura. Hasta entonces, los dejo con esta hermosa oración compuesta por San Ignacio de Loyola que yo hago todos los días después de la comunión:
Toma, Señor, y recibe toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad;
todo mi haber y mi poseer. Tú me lo diste, Señor, a ti lo torno. Todo es Tuyo: dispón de ello
según Tu Voluntad. Dame Tu Amor y Tu Gracia, que ello me basta.
Amén.