«Rasgad los corazones y no las vestiduras» (Joel 2:13).
Con estas penetrantes palabras del profeta Joel, la liturgia nos introduce en la Cuaresma, indicando en la conversión del corazón la característica de este tiempo de gracia. El llamamiento profético constituye un desafío para todos nosotros, ninguno excluido, y nos recuerda que la conversión no se reduce a formas exteriores o a propósitos vagos, sino que implica y transforma toda la existencia a partir del centro de la persona, de la conciencia. Estamos invitados a emprender un camino en el cual, desafiando la rutina, nos esforzamos en abrir los ojos y los oídos, pero sobre todo el corazón, para ir más allá de nuestro pequeño huerto. Abrirse a Dios y a los hermanos. Sabemos que en un mundo cada vez más artificial, nos hace vivir en una cultura del "hacer", del "útil", donde sin darnos cuentas excluimos a Dios de nuestro horizonte. Y excluímos el horizonte mismo.
La Cuaresma nos llama a "despertarnos", a recordarnos que somos criaturas, simplemente que no somos Dios.
Homilía del Papa Francisco para el Miércoles de Ceniza
Queridos amigos,
Con estas palabras el Santo Padre inició su homilía del Miércoles de Ceniza. A mi también me impresionan estas palabras del profeta Joel cada año. A medida que avanzamos en el día a día caemos en hábitos y rutinas. Tendemos a centrarnos en nuestro "pequeño jardín", como él dice, sea lo que sea para nosotros. Centramos nuestra atención en lo que es atractivo para nosotros, no necesariamente en las personas que no son atractivas para la sociedad. A muchos en nuestra sociedad se les descuida por esta razón, son poco atractivas y no "útiles". ¿Dónde hemos caído en esta trampa que el enemigo prepara para nosotros? ¿Hemos dejado de reconocer a Jesús en los pobres, los ancianos, los más pequeños a los que nadie presta atención? Tómese un momento para hacer un examen de su vida y donde este espíritu puede haberse deslizado en su vida.
Recuerda que eres polvo y al polvo volverás.
Se nos acaba de recordar nuestra mortalidad, "que somos criaturas, que no somos Dios". Este recordatorio nos sacude y nos ayuda a abrir los ojos y los oídos a la realidad de nuestra situación y como una criatura de Dios, ser más conscientes del don de la vida que hemos recibido y reconocer cómo Dios nos está llamando a usarlo. En estos días en que nos entregamos más a las disciplinas de la oración, el ayuno y la limosna, Dios nos revela (si estamos abiertos) más de Su plan para nuestra vida. Como ya he mencionado el Miércoles de Ceniza, toda nuestra oración y el ayuno debe conducir a la limosna. Usted dice: "No tengo nada que dar". Eso es mentira. Usted tiene mucho que dar y no importa lo rico que sea, usted puede dar el amor que usted ha recibido y cuanto mayor es el amor mayor es el regalo.
Las Obras Corporales de Misericordia
Dar de comer al hambriento, Dar de beber al sediento, Vestir al desnudo, Dar Refugio al que no tiene hogar, Visitar a los enfermos, Visitar a los presos, Sepultar a los muertos.
Las Obras Espirituales de Misericordia
Amonestar al picador, Instruir al ignorante (Especialmente aquellos ignorantes de la ley de Dios y las enseñanzas de la Iglesia), Orientar al dudoso, Consolar al afligido, Soportar pacientemente los males, Perdonar todas las ofensas, Orar por los vivos y los muertos.
Cada día sea atento a estas cosas y vea cómo Dios le llama a compartir Su gran amor con los que usted se encuentre en el gran jardín que es nuestro mundo.
En su amor misericordioso,
Padre Jack D. Shrum