Nuestra misión como Iglesia Católica de San Andrés es llegar a ser santos.
Siguiendo el ejemplo de San Andrés, nuestro Santo patrón, con humildad procuramos:
• Escuchar el llamado de Dios mediante la verdad de la Iglesia Católica,
• Responder en amor con actos de caridad y misericordia,
• Crecer continuamente por medio de los sacramentos y la oración diaria, y
• Proclamar la Buena Nueva de acuerdo a nuestra vocación.
Queridos amigos,
Mientras nos preparamos para celebrar el Día de Acción de Gracias esta semana los saludo con un corazón agradecido. Estoy agradecido por la bendición de ser su pastor.
Como ya he mencionado en la homilía la semana pasada, he estado trabajando con el Concejo Pastoral de San Andrés para desarrollar una nueva declaración de nuestra misión. A través de conversación, oración y discernimiento hemos finalizado la declaración impresa al principio de esta carta justo antes de celebrar su fiesta el Domingo pasado. San Andrés es un santo patrón y guía maravilloso para nosotros en nuestra búsqueda de cómo vivir nuestra vocación de acuerdo al llamado de Dios.
En primer lugar, tenemos que tener siempre presente la meta, la razón por la que hacemos todas las cosas. Algunos de ustedes pueden recordar el viejo catecismo, de preguntas y respuestas. ¿Quién nos creó? Dios nos creó. ¿Para qué nos creó Dios? Para conocerlo, amarlo y servirlo en esta vida y ser felices con Él para siempre en la próxima. Hemos sido creados para estar en amistad con Dios. La Iglesia es la manera por la cual estamos en amistad con Él. Bautizados en Cristo, en su Cuerpo, la Iglesia, llegamos a ser hijos e hijas adoptivos de nuestro Padre celestial. Cuanto más cerca estamos de nuestra madre, la Iglesia, más cerca estamos de Él. Él quiere que nos acercamos cada vez más a Él en esta vida para que cuando Él venga por nosotros al final de nuestros días, estemos listos para ir con Él a nuestro hogar celestial y estar con Él para siempre. Sin embargo, muchas cosas nos distraen de la meta. Objetivos vacíos, deseos desordenados ? todo esto nos lleva por un camino alejado de la meta.
Algo que nos ayudará a todos a permanecer en el camino y acercarnos cada día más a Dios es tener siempre presente la meta, aquello por lo cual hacemos todas las cosas. Muchas veces no estamos conscientes de por qué hacemos lo que hacemos, ya que estamos motivados por deseos egoístas que se nos hacen costumbre. Muchas veces reaccionamos a las circunstancias, en lugar de actuar deliberadamente para la gloria de Dios. Se necesita práctica, pero con la oración somos capaces de reconocer estos motivos y ser cada vez más consciente de por qué hacemos lo que hacemos. Algunas preguntas rápidas nos ayudan en este camino: ¿Lo que estoy haciendo es bueno y está de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia y sus mandamientos? ¿Estoy haciendo esto para la gloria de Dios, o para mi mismo? ¿Estoy motivado por la ira, los celos, el miedo, el egoísmo o por amor?
Checando rápidamente con el Rey de Reyes, nos enderezamos y volvemos al camino correcto. Estando atentos a su Santo Espíritu, somos guiados en este camino y nuestra conciencia se vuelve cada vez más sensible a sus impulsos. Gentilmente Él nos guía en este camino. Él no es un tirano que espera de nosotros cosas irrazonables. No. Él es un Rey benévolo, cuidando de sus hijos y deseando siempre lo mejor para ellos al seguir Su camino.
Uno de los mayores colaboradores en esta peregrinación es la gratitud. Siendo agradecidos por todos los dones que Dios nos ha dado, sin importar lo que pueda estar sucediendo en nuestras vidas, y sobre todo cuando las cosas no van bien, vamos a ser capaces de capear el temporal con una gran paz. Teniendo siempre presente la meta, el fin para el que hemos sido creados, vamos a ser capaces de compartir esa paz y amor con los que nos rodean , empezando con nuestras familias. San Andrés estaba buscando al Príncipe de la Paz y cuando lo encontró fue inmediatamente a llamar a su hermano y luego pasó el resto de su vida proclamando la Buena Nueva de la salvación y dio su vida por el Evangelio confiado a él, siguiendo el ejemplo de su Rey. Demos gracias a Dios por su ejemplo.
San Andrés, ruega por nosotros.
Padre Jack D. Shrum