Gaudete in Domino semper!
Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres. El Señor está cerca.
Filipenses 4, 4-5
Queridos amigos,
Tomemos a pecho estas palabras del Apóstol San Pablo. Todo el Adviento es un tiempo de gozosa espera de la venida del Señor. Pero no nos adelantemos. Aunque muchos ya están celebrando, nuestra santa madre, la Iglesia, en su liturgia nos recuerda que aunque Él está cerca, Él aún no ha llegado. Y sin embargo, al mismo tiempo, sabemos que Él ha venido y viene, y vendrá de nuevo una vez más, final y definitiva.
Que el Señor ha venido es una verdad que llena nuestras vidas con esperanza. En este tiempo de Adviento, pues, la Iglesia nos invita a recordar con los israelitas el gran anhelo que tenían por la venida del Mesías, el Cristo que había sido predicho, Aquel que había de venir a liberarlos. Esto entonces despierta el anhelo en nuestros corazones por la segunda venida de Aquel que nos ha creado libres y nos ha salvado de nuestros pecados. Él camina con nosotros en nuestra peregrinación por este valle de lágrimas. Él está tan cerca de nosotros en nuestra jornada que a menudo no somos conscientes de su presencia. Jesús le dijo a Santa Margarita María,
He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres, que nada ha escatimado, incluso hasta agotarse y consumirse a sí mismo, con el fin de declarar su amor; y a cambio, la mayoría del tiempo recibo solo ingratitud, por sus irreverencias y sacrilegios, y por la frialdad y el desprecio que sienten por mí en este Sacramento de Amor. Pero lo que me duele más profundamente es que son corazones consagrados a mí los que me tratan así.
En estos días podemos aprender mucho de aquella que amó a Su Sacratísimo Corazón más que nadie. La Santísima Virgen María, nuestra madre bendita, quiere preparar nuestros corazones para recibirlo a Él de nuevo en estos días. Habiendo celebrado dos de sus grandes fiestas la semana pasada, su Inmaculada Concepción y su aparición a San Juan Diego como Nuestra Señora de Guadalupe, la Iglesia nos prepara para recibir nuestro Salvador tan esperado. Mamá María prepara nuestros corazones, como lo hizo con 10 millones de nuestros hermanos y hermanas de México, para recibir al verdadero Dios, para recibir a Aquel que es la razón de nuestra Esperanza.
Al centrar nuestra atención y energía en estos días en Jesús, nuestros corazones se llenan de gozosa esperanza como el corazón de la Virgen después de que ella recibió el saludo del arcángel Gabriel. Después de que ella concibió por obra del Espíritu Santo, Jesús vivía, encarnado, creciendo en su vientre. Después de que lo recibimos en la Eucaristía, Él está viviendo, encarnándose, y creciendo en nuestros corazones. Esta temporada es un tiempo de cuidar, de criar. Estamos llamados a cuidar a Jesús en nuestros corazones. Una maravillosa manera de hacer esto es pasar tiempo con Él en adoración. Vengan y fomenten ese anhelo en sus corazones en estos días. Pasen por la iglesia para una visita. Pídanle a Jesús que mueva en ustedes el deseo de conocerlo, amarlo, y servirlo, Aquel que ha venido a ustedes con un amor tan grande como para dar su vida.
Mediten sobre el don de la presencia de Jesús en la Eucaristía y escuchen su invitación:
Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso.
Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón;
y hallaréis descanso para vuestras almas.
Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.
Mateo 11, 28-30
Padre Jack D. Shrum