Hermanos y hermanas: Antes, ustedes eran tinieblas, pero ahora son luz en el Señor.
Vivan como hijos de la luz. Ahora bien, el fruto de la luz es la bondad, la justicia y la verdad.
Sepan discernir lo que agrada al Señor.
Efesios 5, 8-10
Queridos amigos,
Hemos pasado la mitad de nuestra jornada por el desierto de Cuaresma. Algunos de nosotros estamos cansados, otros se han rejuvenecido en los manantiales de agua viva. Algunos están buscando a tientas en la oscuridad, otros han tenido un vistazo de la luz que ilumina el camino.
Estoy casi por terminar el curso que comencé hace un año y medio con el Instituto de Liderazgo Católico llamado Buenos Líderes, Buenos Pastores. Tal vez ustedes recuerden que hubo una colecta para apoyarme al inicio de estos estudios. Alrededor de 30 sacerdotes de la Arquidiócesis han estado tomando el curso conmigo y ha sido una gran oportunidad para crecer en mi relación con mis hermanos sacerdotes y para crecer en el conocimiento de quién soy y cómo ser un mejor líder. Realmente ha sido una bendición participar en este programa. Agradezco a todos los que lo hicieron posible con sus donaciones. El programa fue financiado por ustedes, la Arquidiócesis y la parroquia, en partes iguales.
He aprendido mucho acerca de algunas de las mejores prácticas de liderazgo, pero lo más importante es que he aprendido sobre mí mismo y a qué me llama Cristo a ser como su pastor. Trabajamos a través de clases sobre el liderazgo de uno mismo, uno-a-uno, en equipo, la organización, y tendremos una clase más en algún tema que se me escapa por el momento. Como habrán ustedes notado, comenzamos con el liderazgo de uno mismo. No se puede dirigir a otros sin antes conocerse uno mismo.
Cuando empecé a leer los escritos de los santos, un tema que empecé a notar con frecuencia era el conocimiento de uno mismo. Reflexioné sobre esto durante algún tiempo antes de llegar a saber lo que significa. Parece explicarse por sí mismo, pero ¿sabemos realmente quiénes somos? Algunos pasan toda su vida en esta búsqueda. El conocimiento de uno mismo es un don, una gracia dada por Dios. Comienza con Él, porque Él nos creó. Sólo podemos conocernos a nosotros mismos en relación con Él y Su creación.
La Escritura dice: "El principio de la sabiduría es el temor del Señor ". Esto ha llevado a muchos a discusión, ya que la gente dice, "¿Por qué he de temer a un Dios que es todo amor?". El temor del que hablamos es un temor filial, como el de un niño con sus padres. No es que Dios nos espante, sino que a medida que reflexionamos sobre nuestra relación con Él como nuestro Padre Celestial, nos admiramos y asombramos ante este don increíble. Piensen en lo maravilloso que será estar en Su presencia. En las Escrituras, cuando se revela a Sus siervos a través de sus mensajeros los Ángeles lo primero que estos dicen es: "No temas". Sólo puedo imaginar que experiencia tan maravillosa es estar en Su presencia.
En estos días, Dios nos está preparando para celebrar las grandes fiestas de nuestra salvación. Estos días de Cuaresma, caminando en la oscuridad y la aridez del desierto, nos están preparando para recibir la luz del Misterio Pascual como se nos revela en las celebraciones de la Semana Santa. Mientras caminamos con el Señor en estos días llegamos a saber más y más quienes somos , Sus hijos amados. Esta verdad lo ilumina todo. Disipa toda oscuridad y nos guía en Su más tierno amor por nosotros como nuestro Padre. ¡Qué maravilloso regalo para los que anhelamos saber quiénes somos!
En el Amor de nuestro Padre Celestial,
Padre Jack D. Shrum