Queridos amigos,
¡El tiempo es tan corto! Me encanta el Adviento, y sin embargo, se pasa tan rápido. Creo que eso es lo que le da a esta temporada su sabor de espera. Anhelamos la venida del Señor, pero Él ya ha llegado. Aunque esperamos Su nacimiento, Él ya ha nacido en nosotros por medio del bautismo. "Ven y no te demores", la Iglesia clama en este tiempo, y aunque no sabemos ni el día ni el momento, sí sabemos que Él está con nosotros todos los días hasta el fin de los tiempos, ya que Él mismo lo ha prometido. Anhelamos su venida, y al mismo tiempo sabemos que Él está aquí.
Dado que estos días están tan llenos de preparaciones para las próximas celebraciones, es importante tomar el tiempo para buscar intencionalmente su dirección y lo que Él quiere que hagamos en preparación. Hacemos todo tipo de preparativos para las fiestas pero, ¿están nuestros corazones listos para recibirlo a Él? Corriendo de un lado para otro, ¿hemos hecho alguna pausa? ¿Hemos preparado nuestros corazones para recibirlo sentándonos o arrodillándonos en oración? ¿Nos hemos recogido a nosotros mismos al acercarnos a su presencia en la Iglesia preparando nuestros corazones para recibirlo en la Sagrada Comunión? Después de recibirlo ¿estamos realmente conscientes del don que reside en nosotros? ¡Dios vive en nosotros! En esos momentos después de la comunión, Él reside en nosotros así como lo hizo en el vientre de María. Saboreen ese momento. Especialmente en estos días, podemos meditar en cómo habrá sido para María y José la espera del nacimiento de su Hijo, el Hijo del Dios Altísimo .
Esta próxima semana está llena de celebraciones, culminando con la Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe. Este Lunes celebramos la Solemnidad de la Inmaculada Concepción. Una solemnidad tiene una importancia más elevada que el de una fiesta y es un día de precepto. Este año no es obligatorio asistir a la misa ese día, ya que la celebración se transfiere del Domingo al Lunes, ya que el 8 cae en Domingo este año. El Lunes tendremos Misa a las 9 de la mañana y a las 7 de la noche. En nuestro país se celebra la Solemnidad de la Inmaculada Concepción como la fiesta de nuestra Patrona. En los primeros días de nuestro país, los Estados Unidos fueron dedicados a Nuestra Señora bajo la advocación de la Inmaculada Concepción. Hace poco leí un libro titulado La Jornada Espiritual de George Washington. Como Anglicano, él seguramente conocía a la Santísima Virgen y tenía devoción por ella. En el punto más bajo de la Revolución de Independencia en Valley Forge, cuando su ejército de harapientos casi estaba derrotado, él se hincó en oración pidiendo la ayuda de Dios, a la vista de sus soldados. Poco tiempo después, una bella dama se le apareció en su habitación y le dio ánimo. Ella le mostró el nacimiento, progreso y destino de los Estados Unidos. Después de esa noche, las cosas cambiaron en la guerra y sabemos el resto de la historia.
Unos 245 años antes, Nuestra Señora se apareció en México a un humilde indígena que había sido bautizado sólo un año después de que Cortez había llegado a esa gran tierra. Ella se le apareció al más humilde de sus siervos, Juan Dieguito, el pequeño Juan Diego. Dándole el mensaje de que ella iba a ser venerada en el lugar que ella se apareció, ella le dijo que fuera ante el Obispo de la Ciudad de México y le pidiera construir una capilla en ese lugar. Renuente, el Obispo vaciló en atender su petición. Sin embargo Nuestra Señora fue persistente y en el tercer día de sus revelaciones a Juan Diego, preparó una señal para el Obispo. Ella le dijo a Juan Diego que cortara las rosas que había hecho crecer en esa colina y que después las llevara al Obispo. Obediente, Juan Dieguito fue ante el Obispo con las flores. Al llegar a la presencia del vacilante Obispo, Juan Diego le reveló la señal y todos cayeron de rodillas al aparecer en la tilma una señal aún más grande, una imagen de la Santísima siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios. Por medio de esta imagen millones de personas se convirtieron a la fe católica en unos cuantos años, y cada año más de 10 millones de personas visitan su santuario en ese cerro llamado Tepeyac, para encontrar ahí el amoroso y dulce abrazo de la Madre de Dios. Los invito a celebrar estas grandes fiestas de Nuestra Señora y a aprender de ella el gran amor de su Hijo.
Inmaculada Concepción , Nuestra Señora de Guadalupe , rueguen por nosotros.
Padre Jack D. Shrum