¡Aleluya! ¡Resucitó! ¡Aleluya!
Queridos amigos,
Les deseo a todos una feliz Pascua de Resurrección y rezo para que estos días estén llenos del gozo de la resurrección. Después de haber caminado con el Señor durante cuarenta días en el desierto, y después de experimentar la agonía y la violencia de la pasión con Él durante la Semana Santa, ahora hemos recibido la buena nueva de la tumba vacía. Al principio, los discípulos se frustraron. Estaban tan angustiados por la muerte de Jesús que no podían creer que había resucitado. A pesar de que Él habló de ello con claridad y en imágenes, aún así no creían. Las mujeres habían ido a la tumba con especias para embalsamar el cuerpo, sin ni siquiera pensar en la resurrección al tercer día. Fue a ellas que el misterio de la resurrección les fue revelado por primera vez. María Magdalena trajo la noticia a los apóstoles y todavía seguían incrédulos, incluso después de ver la tumba vacía. Es a María Magdalena que nuestro Señor se le aparece por primera vez y sin embargo ella no lo reconoce. Ella está llorando y todavía en busca de su cadáver. Confundiéndolo con el jardinero, ella le pide que le muestre dónde está el cuerpo, si él se lo ha llevado. Entonces Jesús dice su nombre, "¡María!". Así ella lo reconoce y responde, "¡Rabboni, Maestro!"
Muchas veces el Señor se presenta a Sí mismo cuando menos lo esperamos, en medio de nuestro sufrimiento, tristeza y dolor. Sólo con corazones abiertos para escuchar la voz del Maestro seremos capaces de reconocerlo. Santa María Magdalena es una guía maravillosa para nosotros en estos días de Semana Santa. Ella es apóstol de los apóstoles. Aquella a quien Cristo Jesús primero se reveló como resucitado de entre los muertos y Él la envía a dar a los demás esta buena noticia. Habiendo encontrado a Jesús encontrado resucitado de entre los muertos también nosotros somos enviados a compartir la Buena Nueva, su Evangelio, a nuestros amigos, familia, comunidad, etc. Él nos envía al mundo para proclamar con nuestras vidas que hemos encontrado al Dios vivo, el Cristo resucitado. Que su vida, su paz y su gozo llene sus corazones.
Padre Jack D. Shrum