Queridos amigos,
Al comenzar esta carta, estoy en camino a Phoenix. Amy me inscribió a una conferencia de música para que yo pueda aprender a cantar mejor la misa. Estuve de acuerdo en asistir, ya que la idea de ir al desierto en pleno invierno era atractiva y tengo un buen amigo que es un sacerdote de la Diócesis de Phoenix. Voy a poder pasar algún tiempo con él, disfrutar de buen clima (si Dios quiere), y aprender algo mientras disfruto de hermosa música. Mientras checaba el clima para el Sábado, estaba en los 30's en Phoenix, pero se supone que va a calentarse. Al final de la semana voy a tener la oportunidad de ir a visitar al Padre Kilian en su parroquia en Williams, Arizona, que no está lejos de Flagstaff y el Gran Cañón. Podría estar algo frío allá arriba, pero estoy emocionado de ver esa parte del estado.
Como con cualquier vocación, el sacerdocio necesita de constante crecimiento y aprendizaje. Con el fin de fomentar esto, la Arquidiócesis tiene una política de que necesitamos un cierto número de créditos de educación continua cada año. Si no estoy en busca de oportunidades para cumplir con estos créditos, no estaría cumpliendo cabalmente con mi responsabilidad. Siempre hay bastante trabajo que hacer en la parroquia. A veces quisiera concentrarme en la parroquia y no preocuparme de otras responsabilidades, pero entonces no le estaría sirviendo bien ni a ustedes ni a mí. Aunque es una tentación permanecer cerca de la parroquia y enfocar toda mi energía aquí, cuando asisto a reuniones, clases y otros eventos fuera de la parroquia por lo general me siento enriquecido por la experiencia, aunque a veces no por el contenido de la reunión, pero si por el contacto con otras personas.
Durante el año pasado me convencieron de unirme a algunas mesas directivas en la cancillería en Seattle. Contando ahora con el Padre Joseph aquí y viendo la necesidad, estuve de acuerdo en ayudar en lo que pueda. Actualmente estoy como asesor y en el Comité de Admisiones para la Oficina de Vocaciones y estoy a punto de comenzar a servir también en el comité llamado PRF (Fondo Revolvente Parroquial). Estas actividades no me va a distraer de mis deberes o de mi atención para usted en la parroquia, pero enriquecerán mi experiencia y mi ayuda donde más se necesita en la Arquidiócesis, a la vez que sirvo como su pastor. Estoy especialmente contento de ayudar a nuestro Director de Vocaciones, el Padre Dolejsi en su labor de promoción de las vocaciones y para animar en su jornada a aquellos interesados en el sacerdocio.
Al celebrar el Bautismo del Señor este fin de semana, recordamos que, inmediatamente después de su bautismo en el Jordán, nuestro Señor fue enviado al desierto por el Espíritu Santo durante cuarenta días y cuarenta noches para ayunar y ser tentado por el diablo. A medida que continuamos creciendo en nuestra vocación, seremos puestos a prueba. Cada uno de nosotros recibimos nuestro llamado en el día de nuestro bautismo, cuando nos convertimos en amados hijos adoptivos de Dios. Todo sale de esta maravillosa verdad de quienes somos. "Queridos, ahora somos hijos de Dios; lo que seremos aún no ha sido revelado ...", dice San Juan. A medida que nos damos cuenta de esto más y más, el mundo empieza a abrirse para nosotros más y más, incluso si no salimos demasiado lejos de Sumner. Comenzamos a ver las cosas con nuevos ojos, transformados por la relación que tenemos con nuestro Padre celestial a través de su único hijo, Jesús. Con sólo un mes antes de empezar la Cuaresma, meditamos el misterio del bautismo de Cristo y como Él, somos enviados al desierto para dar la batalla, para ayunar, para orar, para aprender, para servir, para amar, para dar, y para crecer en nuestra vocación de hijos de Dios.
En su Sacratísimo Corazón,
Padre Jack Shrum