Queridos amigos,
Estamos en la recta final. Nuestra jornada de cuarenta días está llegando a su fin. Siempre me sorprende lo rápido que estos días pasan mientras caminamos por el desierto, y al mismo tiempo lo difícil que pueden ser. Dios quiere sacarnos de nuestra rutina ordinaria, del día tras día, con el fin de mostrarnos más. Él quiere ayudarnos a ver de nuevo con los ojos de la fe el don maravilloso que hemos recibido en Cristo en nuestro bautismo y para renovar esta maravilla y asombro viene la Pascua, cuando celebramos los misterios pascuales con vidas renovadas por la Sangre del Cordero.
Nuestra Santa Madre, la Iglesia, nos da ricas escrituras en este tiempo bendito para despertarnos y ayudarnos a conocer el maravilloso misterio de Dios y de Su amor por nosotros en Cristo, que se encarnó, se hizo hombre y dio Su vida por nosotros. Pase usted algún tiempo con las Escrituras en estos últimos días. El próximo Domingo se celebra el Domingo de la Pasión o de Ramos. Escucharemos de la entrada triunfal del Señor en Jerusalén y de Su triunfo final en la cruz. Venga al Viacrucis, si aún no lo ha hecho, a recorrer este camino con Cristo.
Tendremos muchas oportunidades en estos últimos días de la Cuaresma para entrar más profundamente en el misterio, si elegimos hacerlo. Lo animo a usted a tomar algún tiempo y hacer un plan. Siéntese con el Señor en oración, sin celular o computadora, en silencio, y haga un plan para caminar con Él un poco más cerca en estos últimos días de la Cuaresma. ¿Qué puede mejorar? ¿Ha mantenido su ayuno cuaresmal con alegría, o se quejó todo el camino? ¿Puede organizar su horario esta semana para que pueda asistir a las maravillosas celebraciones del Triduo (Jueves Santo, Viernes Santo y la Vigilia de Pascua el Sábado Santo)? Si usted nunca ha asistido a las tres celebraciones sucesivamente, le animo a hacerlo esta vez. Cada año al celebrar estos maravillosos misterios me doy cuenta de que Dios está trabajando en mi y atrayendome más profundamente a su amor.
Tradicionalmente, la Misa Crismal, donde el Obispo consagra el Santo Crisma y otros óleos sagrados para la Diócesis se celebra el Jueves Santo. Aquí en la Arquidiócesis de Seattle, debido a la gran extensión de nuestro territorio, celebramos esta Misa con el Arzobispo el Jueves anterior al Jueves Santo a fin de que los sacerdotes de la Arquidiócesis podamos ausentarnos de nuestras parroquias para estar con el Arzobispo en esta gran celebración en la que recordamos la institución del Señor del sacerdocio y renovamos las promesas que hicimos el día de nuestra ordenación. Siempre es uno de los mejores momentos de mi Cuaresma y mi año. He tenido la suerte de poder asistir a esta Misa cada año y cada año crecer en mi agradecimiento por la celebración y el don impresionante que es el sacerdocio. Los invito a unirse a mí en la Catedral este Jueves 10 de Abril a las 7pm.
Después de la renovación de mis promesas sacerdotales, mi parte favorita de la Misa es cuando el Arzobispo consagra el Santo Crisma. Cuando yo era seminarista fui bendecido con la oportunidad de sostener el Misal para el Arzobispo Brunett en la Misa Crismal. Esto significaba que yo estaba allí con el libro mientras él bendecía el óleo. En un momento dado la instrucción en el Misal pide al obispo que respire sobre el óleo. Para mi, estar justo allí cuando él hacía eso, fue impresionante. Me acordé de cómo Dios sopló sobre las aguas en el principio de la creación y como la vida empezó a través del Espíritu Santo, el aliento de Dios. Nos convertimos en una nueva creación en el Espíritu Santo cuando somos marcados con este Santo Crisma en nuestro bautismo, y luego cuando en nuestra confirmación somos sellados con la plenitud de los dones del Espíritu Santo.
Que el mismo Espíritu Santo renueve esa maravillosa vida en cada uno de nosotros, mientras preparamos nuestros corazones para celebrar los grandes misterios de nuestra Fe .
Padre Jack D. Shrum