Queridos amigos,
Hace poco más de una semana estuvo de visita un amigo mío del seminario, el Padre Marcos Sánchez, de Boise. Andando de paseo llegamos al norte y decidí llevarlo por mis viejos rumbos en Mukilteo. Manejando en coche de Everett a Mukilteo tomamos el Boulevard Mukilteo, uno de mis paseos favoritos
Habían pasado muchos años desde la última vez que anduve por ahí y me trajo muchos recuerdos. Cuando llegamos a la playa, muchas cosas eran familiares; sin embargo, también habían cambiado mucho. Es increíble cómo cambian las cosas y sin embargo permanecen igual. La vista y el entorno en la playa Mukilteo son preciosos y es uno de los lugares más tranquilos que conozco.
Mientras caminábamos por la playa, me di cuenta de que habían pasado ya 15 años desde aquel día de Agosto, cuando, completamente solo en ese mismo lugar, clamé a Dios y Él me oyó. Fue justo antes de la fiesta de San Agustín que celebramos el 28 de Agosto y las palabras de sus Confesiones aún resuenan en mi cabeza:
¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y
he aquí que tú estabas dentro de mí y yo fuera, y por fuera te buscaba; y
deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste.
Tú estabas conmigo, mas yo no lo estaba contigo. Reteníanme lejos de ti
aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no serian. Llamaste y clamaste,
y rompiste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y fugaste mi ceguera;
exhalaste tu perfume y respiré, y suspiro por ti; gusté de ti, y siento
hambre y sed; me tocaste, y ardí en tu paz.
Al igual que un faro, brilló la luz de Dios y me ha guiado a este puerto en su viña, Estoy muy agradecido por las muchas bendiciones que ha derramado sobre mí en este camino de fe. Al salir en peregrinación a Francia, sepan que los llevo a ustedes conmigo en mis oraciones, ya que mi intención principal es por ustedes, el rebaño que Dios me ha confiado.
En el amor abrasador de su Sacratísimo Corazón,
Padre Jack D. Shrum