¡Bienvenidos todos a un nuevo año escolar! Al mismo tiempo, iniciamos un nuevo año de Educación Religiosa para toda la familia. Nuestra Coordinadora de Educación Religiosa Infantil compartió con nosotros su carta sobre el papel fundamental que los padres de familia tenemos en la formación religiosa de nuestros hijos. Ahora yo quiero compartir sobre una nueva y emocionante aventura en nuestra preparación para celebrar las Primeras Comuniones en Mayo 2014.
Tradicionalmente hemos trabajado con dos programas de preparación para la Primera Reconciliación y la Primera Comunión, con diferentes catequistas, diferentes libros, y en diferentes días. Siempre hemos estado completamente conscientes de que lo único que nos separa es el lenguaje. Sabemos y creemos que compartir el Cuerpo y la Sangre de Cristo nos une por encima de cualquier barrera.
!Pero este año queremos estar aún más unidos! Hemos iniciado clases bilingües, en Inglés y Español. Nuestros hijos ya conviven en las escuelas y en los eventos deportivos. ¡Cuanto más importante es que convivan en la iglesia, donde "Ya no hay judío ni gentil, esclavo ni libre, hombre ni mujer, porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús" (Gálatas 3, 28). ¡Le invitamos a que participe en esta emocionante aventura de fe y solidaridad!
Desde ahora y hasta Enero estamos en la primera parte, preparándonos para el Sacramento de la Reconciliación. La primera historia que compartimos en esta preparación y que ahora deseo compartir con todos ustedes es una historia del Padre Damián, el sacerdote misionero en la Isla Molokai, Hawái. El Padre Damián sirvió entre los leprosos. Él era el único sacerdote en la isla, ¡así que él no podía confesarse! Un día, otro sacerdote llegó en un barco que traía comida y otras cosas a la isla. ¡Qué gran oportunidad para el Padre Damián! Después de mucho tiempo, por fin podría confesarse. Pero el riesgo de contagiarse de lepra era muy grande. Así que no se le permitió al otro sacerdote bajar del barco. El Padre Damián remó en una lancha hasta el barco, ¡pero tampoco se le permitió subir! Así que el Padre Damián, remando lo más cerca del barco, ¡se confesó a gritos!
¡Qué hermoso que este gran santo, pudiendo confesarse directamente con Dios, guardara en su corazón el profundo deseo de celebrar como católico el Sacramento de la Reconciliación! Oremos para que Dios ponga en nuestros hijos ese profundo deseo de prepararse para celebrar por primera vez el Sacramento de la Reconciliación.
¡San Damián de Molokai, ruega por nosotros!