Queridos amigos,
Con gran alegría me dirijo a ustedes a mi regreso de Francia, la Primera Hija de la Iglesia. La peregrinación estuvo llena de ricas experiencias que moldearán mi vida en los años por venir. Pudimos visitar algunos lugares hermosos así como algunas de las más bellas almas, los grandes santos de la Iglesia católica en Francia.
Comenzamos nuestra peregrinación en París. París es una ciudad enorme y estábamos justo en el medio de todo el ajetreo y el bullicio. Visitamos la gran Catedral de Notre Dame de París y San Chapelle, probablemente la más hermosa capilla en el mundo, construída por el Rey San Luis IX para albergar la corona de espinas. Mientras que en París nos quedamos en Montmartre (el monte de los mártires). Este es el lugar donde San Denis, el primer Obispo de París y sus compañeros fueron martirizados. En la parte superior de la colina hay una grande y hermosa iglesia llamada Sacre Coeur (Sagrado Corazón). La construcción comenzó en 1874 y, en 1875, antes de que la iglesia estuviera aún terminada, ya tenían adoración perpetua del Santísimo Sacramento, 24 horas al día, 7 días a la semana. Fue una bendición estar en ese lugar. Teníamos un estricto toque de queda y teníamos que estar encerrados antes de las 10:30 pm, cuando se cierran las puertas, pero teníamos acceso a esta grande y bella basílica siempre que queríamos durante toda la noche. Como ya he mencionado en las misas que presidí la semana pasada, me recordó lo importante que es adorar a Jesús en el Santísimo Sacramento. Podemos platicar con Él a lo largo del día, todos los días, pero venir a adorarlo es una experiencia totalmente diferente, a través de la cual crecemos mucho en nuestra relación con Él.
Cuando regresé a la Iglesia después de algunos años, tuve que reencontrarme y aprender todo lo que la Iglesia tiene para ofrecer. Tuve la bendición de hacer un retiro en Palisades ese año y recuerdo que tenían la adoración del Santísimo Sacramento durante la noche. Esto era algo nuevo y diferente que nunca había experimentado antes, el acceso a la capilla en la oscuridad y el silencio de la noche y el encuentro uno-a-uno con Cristo en la Eucaristía expuesta en el altar. Recuerdo que fue muy conmovedor para mí estar en su presencia. Él estaba efectuando un cambio en mi corazón y sanando un montón de heridas. Esa noche me arrodillé y lloré solo, en su presencia, por no estoy seguro cuánto tiempo. Me sentía tan bien y aunque no fue necesariamente fácil, acabé por ponerme en su presencia y Él hizo el trabajo. Solo tenía un corazón abierto y dispuesto a cambiar. A partir de ese momento, me ha ido acercando más a Él. A veces la oración se hace costumbre y seca pero cuanto más nos ponemos en la presencia de Aquel que nos ama, más seremos arrastrados a ese amor.
Los animo a tomar el tiempo para venir a visitar a Jesús en el Santísimo Sacramento con tanta frecuencia como sea posible. Ya sea en el tabernáculo o mientras Él está expuesto en el altar, venir a la iglesia y visitarlo tiene un gran potencial para cambiar nuestras vidas. También los animo a hacer un retiro. Sé que para algunos puede ser difícil, pero trate y ore por ello. Dios quiere hablar a su corazón, en un momento alejados de su rutina diaria. Hay algunos grandes retiros en Palisades en el próximo año. Yo voy a dirigir un retiro en silencio para hombres en Marzo. También hay un retiro silencioso para mujeres en Mayo, presidido por el Padre Sean Raftis, y muchas otras grandes oportunidades para disfrutar de un retiro cerca de casa. Eche un vistazo a la lista completa de retiros en el sitio de internet de la Arquidiócesis www.seattlearchdiocese.org/retreats.
Que el Sagrado Corazón de Jesús nos atraiga cada vez al fuego de su amor al venir a adorarlo.
Padre Jack D. Shrum