Michael Dion

Carta de Michael Dion (Seminarista), en lugar de la Carta Semanal del Padre Jack:

Es posible que ya me haya conocido en la iglesia o alrededor de la parroquia en las últimas dos semanas, pero si usted se está preguntando quién es el chico nuevo que ha estado en el altar en las misas, permítame presentarme.

Mi nombre es Michael Dion, y soy un seminarista de la Arquidiócesis de Seattle. Dado que muchos de ustedes han preguntado, no estoy en ninguna orden religiosa, como los benedictinos o los jesuitas o los dominicos; más bien, espero ser ordenado como sacerdote diocesano para las parroquias del Oeste de Washington, si Dios quiere, en unos dos años. Por ahora, estoy asignado aquí por el verano. El año de seminario es más o menos lo mismo que un año escolar, comienza en el otoño y termina en la primavera. Durante las vacaciones de verano, somos enviados a las parroquias para ser una especie de "pasante de sacerdote". Así que andaré siguiendo al Padre Jack todo este tiempo.

Crecí en Enumclaw, y me fui a Seattle para asistir a la Universidad de Washington. Me gradué con una licenciatura en Comunicación en el 2008, y después de trabajar durante un año me uní al programa del seminario. Fui al seminario de Mount Angel en el 2010 por dos años de Filosofía, y luego me enviaron al Colegio Norteamericano en Roma para comenzar la Teología. Voy a volver a Roma en Septiembre para mi tercer año.

Mi estancia en Roma me ha dado mucho de que reflexionar en lo que respecta a la Solemnidad de los Santos Pedro y Pablo, que celebramos este Domingo. Ambos hombres fueron guiados por el Espíritu Santo para informar a todo el que quisiera escuchar que Dios se había hecho hombre y nos había dado una manera de vivir en armonía con Él. Nos había dado una manera de recibir el perdón, una manera de ir más allá de la idolatría temerosa, así como más allá del ateísmo y el agnosticismo, que dicen que no hay Dios, o que Dios no es tan importante.

Su obediencia al Espíritu los llevó desde los lejanos confines del poderoso imperio romano al mero y todopoderoso corazón del imperio, donde trabajaron para construir una comunidad que fue fiel a Jesucristo y su Evangelio. Por su valentía para mantenerse fiel a lo que sabían, Pedro y Pablo fueron asesinados. Dieron testimonio hasta el final de su experiencia de Dios: en griego se dice ????????: mártires. En esto nos muestran una característica de la vida de fe. Algo imposible de ver o tocar o sentir - la presencia del Espíritu Santo en sus vidas - se concretó en sus acciones: al predicar a Dios en las palabras que se movían por el aire, por los dones materiales que le dieron a otros en caridad, por su amabilidad y paciencia. En última instancia, proclamaron su certeza de una vida más grande con Dios por su disposición a aceptar el final de su vida mortal aquí abajo. ¡Qué fe y esperanza tan grandes!

Esto es lo que significa ser un testigo: poner en práctica nuestros buenos deseos e intenciones y hacerlas realidad, hacerlos visibles en el mundo. Dios nos da buenas ideas para que podamos convertirlas en cosas buenas y buenas obras. Cuando vivimos de la manera para la cual el Señor nos ha creado, realmente hacemos presente a Dios, porque lo que Él nos da espiritualmente afecta lo que hacemos físicamente, con nuestros cuerpos. ¡Entonces ya no estamos simplemente viviendo en la carne, sino que estamos viviendo "en espíritu y en verdad"! (Juan 4:24).

La Ciudad de Roma fue elegida para ser el centro de la Iglesia no por bonita o importante. Fue elegida a causa de un hecho físico: es el lugar donde se colocaron los cuerpos de dos hombres en unión espiritual con Cristo para descansar hasta la resurrección que incansablemente predicaban. Es la tierra donde fue derramada la sangre de los Apóstoles Pedro y Pablo. Es el lugar preeminente para dar testimonio de Jesús.

O Roma felix, quae duorum principum es consecrate glorioso sanguine: Horum cruore purpurata ceteras excellis orbis una pulchritudines.

Oh, Roma feliz, con la gloriosa sangre de dos príncipes consagrada: con su sangre vestida de púrpura, sobrepasas del mundo todas sus bellezas.