Mayo es mes de María,
y al meditar me pregunto por qué: Sus fiestas con razón,
siguen las fechas de la estación
Candelaria, Señora de un día, Pero Señora de Mayo,
¿Por qué llenarlo
con festines en su honor?
¿Es que es más brillante que los otros
su deleite? ¿Es que más pronto que los otros de flores se rebosa?
Preguntad a la madre poderosa: Ella nos contesta con esta otra
pregunta: ¿Qué es Primavera?
Es en toda criatura crecimiento.
Carne y gamuza, piel y pluma,
hierba y todo lo verde;
pajarillos de rojo pecho y ojos estrellados anidan sobre ella.
Huevecillos azules
en su tibieza forman en ellos la vida y del cascarón avecillas florecen.
Queridos amigos,
Todas se levantan, y con ellas María simpatiza, con ese mundo de bondad, de la naturaleza la maternidad.
El suave magnificar de cada cosa con placer a la mente trae
cómo ella en su interior
también Magnifica al Señor.
Pero más que eso hay ahí: La dicha universal de Primavera
dice mucho, mucho más para ofrecer Mayo a María.
Cuando la gota-de-sangre sus pétalos enciende y los manzanos
y los arbustos se alegran
con plateados cerezos.
Y las azules campanillas rematan los bosques como lagos y los mágicos cantos del cucú todo lo llenan y rebosan.
Este éxtasis que atraviesa la tierra toda dice a María que su sonrisa anuncia
de Cristo el nacimiento
y se exulta en Dios, que fue su salvación
May Magnificat de Gerard Manley Hopkins.
Durante los últimos años he compartido con ustedes este poema, uno de mis favoritos, al comenzar el mes de Mayo. Mayo es el mes de María y es el mes en el que honramos a nuestras madres terrenales también. A medida que nos preparamos para honrar a nuestras madres la próxima semana, los animo a pensar en cómo honrar a nuestra Madre Santísima también. ¿Qué harían ustedes por ella este mes de Mayo? Ella es tan maravillosa en su cuidado maternal por nosotros, sus hijos. En este mes de Mayo el mundo está proclamando la belleza y abundancia de la vida de Dios y su amor para nosotros y toda su creación. Es increíble poder ser testigo de la transformación de las cosas en este momento. Como las flores y los árboles florecen, a pesar de que me hacen estornudar, siempre estoy agradecido por la belleza y la nueva vida que abunda debido a la gracia de Dios. Esta es la nueva vida de la que la Virgen habla cuando, en su encuentro con su prima Santa Isabel, después de haber sentido que el niño en su vientre saltó de alegría, Santa Isabel dice: "¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a mí?". María responde: "Proclama mi alma la grandeza del Señor; se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador". Así como toda la creación proclama la gloria de Dios, así nosotros debemos magnificar al Señor y proclamar su grandeza en todo lo que hacemos.
María, enséñanos.
Padre Jack D. Shrum