Reflexión por Olaf Valderrábano, en lugar de la carta del Padre Jack D. Shrum.
La semana pasada el Padre Jack me presentó amablemente a ustedes al final de todas las misas. Mi familia y yo hemos sido bendecidos grandemente viviendo y ministrando en esta iglesia. He estado ministrando a la comunidad Hispana-Latina aquí desde 2010. A partir de este verano, también coordinaré los programas de Educación Religiosa para todos los niños hasta el Quinto Grado, tanto en Inglés como en Español. Voy a tener muchas oportunidades de compartir con ustedes nuestros planes para este verano y para el próximo año escolar. Hoy, aprovechando que es el fin de semana del 4 de Julio, quiero compartir con ustedes, con gratitud, una breve reflexión acerca de mi experiencia personal de la libertad en los EE.UU.
Yo soy del Norte de México y toda mi vida me he preguntado por qué me dieron el nombre de Olaf. A mi papá le gustaba leer historietas de caricaturas; en una de ellas había un joven búho llamado Olaf. Creo que él me puso el nombre por ese búho. Sin embargo, los búhos son sabios, así que ¡todavía me pregunto por qué me dieron ese nombre!
Mi padre, en su sabiduría, me animó desde que estaba en el cuarto grado a estudiar Inglés. Todo comenzó cuando recibí una beca para estudiar Inglés con una profesor Estadounidense. Un nuevo mundo se abrió para mí. No sólo aprendí Inglés, sino también la historia de los Estados Unidos. Bueno, a veces me enteré de su historia viendo los Tres Chiflados (The Three Stooges); ¡recuerdo especialmente el episodio de la Fiesta del Té de Boston!
Después, ya adulto, tuve la oportunidad de estudiar la universidad en los EE.UU. y de experimentar la libertad de una manera que nunca imaginé. La primera vez viví en un rancho de 5 hectáreas en el Centro de Oregón, con un arroyo que corre a través de él y rodeado de verdes praderas. Rezar el Salmo 23 se hizo muy personal y vívido para mí. Allí hice amistad con un veterano de Vietnam, que me enseñó de primera mano acerca de lo que la gente de este país ha tenido que pasar para vivir en libertad. Luchando para proteger la libertad y al mismo tiempo ser un pueblo abierto y generoso es algo que no debemos tomar a la ligera.
Este fin de semana, al celebrar el Día de la Independencia, recuerdo cuando hace unos años, volando de regreso de México a Seattle, en Phoenix un oficial de inmigración de los EE.UU. me dijo sonriendo: "¡Bienvenido a casa!" Hablando con muchos de ustedes este fin de semana me sentí como en casa. Y creo que esto es nuestra Iglesia ?casa.
Es mi esperanza que todos vamos a fomentar en nuestros hijos esa sensación de estar en casa en esta Iglesia, gozando de la máxima libertad que Jesucristo ha conquistado para nosotros. Tenemos mucho trabajo por hacer. Cuando batallemos, podemos escuchar su voz que nos llama: "Venid a mí todos los que estáis fatigados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré". Aún ahora, cuando Él se ofrece a sí mismo para nosotros, podemos oírle decir: "¡Bienvenido a casa!"