Queridos amigos,
Con un corazón agradecido escribo esta carta, reflexionando en el año maravilloso que ha pasado. Empezamos ya un nuevo año de gracia con el comienzo del Adviento. Este es el comienzo de mi sexto año litúrgico con usted. ¡Qué rápido pasa el tiempo! Estoy muy agradecido por las muchas bendiciones que el Señor ha derramado sobre mí en mi tiempo aquí y por la gracia de estar aquí todavía. Si Dios quiere voy a estar aquí durante unos años más, ya que aún estoy asignado aquí por tres años más, y tal vez el Arzobispo me deje por un nuevo periodo después. Sigo aprendiendo a ser agradecido por cada día y cada momento como se presente, y así crezco en mi capacidad de ver a Cristo presente en todo momento, en las buenas y malas, sin importar dónde Él me lleve. Reflexionando en el próximo año, es emocionante pensar que el Señor tiene tantas cosas guardadas para acercarnos más a Él. Pido a Dios que estemos atentos para ver estas oportunidades cuando se presenten.
Este Domingo comienza el Adviento. El Adviento es una corta, pero importante temporada. El mundo nos quiere hacer creer que ya es Navidad. Nuestra sensibilidad católica sabe que no lo es. Yo estaba hablando con alguien después de la misa la semana pasada acerca de esto y ella mencionó que ya se escuchan en la radio canciones de Navidad, y cuando ella está lista para empezar a escucharlas (durante la temporada de NAVIDAD), la programación cambia, justo el día después de Navidad.
El mundo lo entiende todo mal. El Adviento es un tiempo de gozosa anticipación. Es el momento de reflexionar sobre los misterios de la encarnación del Señor, de imaginar la jornada a Belén con la Virgen y San José. Es un tiempo de preparar nuestros corazones para recibir al Salvador, el Rey recién nacido. Sin embargo, el mundo le quita importancia a la Navidad teniendo todo tipo de cosas para distraernos del origen y el centro de la temporada. El mundo quiere que nos enfoquemos en cosas y celebraciones superfluas, cuando en realidad deberíamos estar preparando nuestro corazón para recibirlo cuando Él venga y entonces sí, celebrar. ¿A cuántas fiestas hemos asistido para cuando llega la Navidad?
Los animo a pasar algún tiempo en el silencio y la oscuridad de esta temporada, reflexionando sobre el misterio del amor de Dios. La luz viene al mundo. ¿Cuáles son las experiencias oscuras que usted ha tenido y que necesitan ser iluminadas? ¿Cómo ha trabajado Dios en su vida en el último año? ¿Cómo lo llama a usted a acercarse a Él en este tiempo santo y el año que viene? Mientras preparamos nuestros corazones con la Virgen que nos guía y nos enseña a reflexionar sobre el misterio del amor de Dios, disfrutemos de una temporada de Adviento menos agitada y más fructífera. Como animé a la gente en las misas la semana pasada, lo animo a usted a hacer un plan para el Adviento. ¿Cómo va a nutrir esta gozosa anticipación del nacimiento de nuestro Señor en su vida, en su familia?
La oración diaria es la clave para crecer en nuestra relación con Cristo y si todavía no es parte de su rutina diaria espero que pueda iniciar esta práctica en esta maravillosa temporada. Los Misterios Gozosos del Rosario nos ayudan a acercarnos a la Virgen y a Jesús en este tiempo. María le enseñará cómo meditar estos misterios al acudir a ella. Estamos regalando un nuevo libro del Arzobispo Sartain este Adviento. Tengo muchas ganas de leerlo yo mismo y estoy seguro de que nos dará algunas ideas e inspiración sobre cómo entrar más profundamente en estos días de preparación para la celebración del nacimiento de nuestro Señor.
Que María, nuestra madre y la madre de Dios, acerque nuestro corazón a esta gozosa anticipación del nacimiento de su precioso Hijo, Jesús, nuestro Señor.
Fr. Jack D. Shrum